lunes, 27 de diciembre de 2021

Caperucita y el lobo en el siglo XXI

Caperucita se asustó cuando recibió en su correo electrónico un e-mail del lobo. Parecía que iba por el camino equivocado. El pobre lobito la estaba esperando en la autopista. Caperucita entro en Google maps. Aquello era un lío. Todavía no entendía muy bien su Samsung Galaxy Tab S7. Se sentó en un muro que cerraba una finca llena de manzanos y se olvidó del lobo. El olor a manzanas hacía que se sintiera más Eva en el paraíso que niña Caperucita.

El lobo también tenía una Samsung Galaxy Tab S7, pero su coche viejo se negaba a arrancar. Estaba enfurecido. Seguros Mapfre lo había engañado. ¿Dónde estaba la asistencia en carretera?... Por culpa de su coche viejo esta noche Caperucita se le escapaba. Sintió hambre. Entonces decidió pedir una pizza a Telepizza. ¡Menos mal que Samsung le había fabricado una buena tablet!

Yolanda Smith


viernes, 10 de diciembre de 2021

La nuera más guapa

Todos los días le compraba una flor. Le gustaba aquella mujer alta, de cabello moreno y tez blanquísima. Le preguntó su nombre. Ella le dijo que era la nuera. Era una manera de decirle que no tenía nada que hacer.

Sergio siguió comprando una flor todos los días. Fueron unas setecientas flores las que le compró. Todavía seguía enamorado cuando le compró la última rosa roja. Al día siguiente encontró la floristería cerrada. En el bar de alado le dijeron que los de la floristería habían marchado para Ginebra. Otros más que emigraban.

Yolanda Smith

lunes, 15 de noviembre de 2021

El cabrón del vecino

Su intención no era chocar con el coche de un vecino. Pero no había sido culpa suya. La culpa fue de aquel vecino con estilo de marqués y voz aflautada. ¿Quién le mandaba tener un coche igual al de su ex?... Encima, el cabrón del vecino, había llamado a los municipales.

-Pongan la multa -les pidió resignado.
-Le quitaremos el resto de puntos del carné.
-Pues quiten.
-Tiene que dejar de conducir.
-Dejaré de trabajar también.
-Puede seguir trabajando aunque no tenga puntos en el carné.
-Gracias.

Era una buena noticia. Cuando marcharon los agentes, subió a su furgoneta y continuó haciendo el reparto de pedidos del supermercado.
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martes, 9 de noviembre de 2021

El vendedor de la pajarita de madera

El vendedor de la pajarita de madera recorría la calle Real ofreciendo pañuelos de papel. Un paquetito un euro, señora, decía, enseñando sus dientes perfectos en una amplia sonrisa. Yo también le sonreí. Me gustó su acento argentino. Saqué de mi bolsillo un euro y le compré un paquete de pañuelos que me saldría en el supermercado a 10 céntimos.

Lo volvía a ver al día siguiente. Llevaba la misma pajarita de madera sujetando el cuello de una camisa rosa. Me volvió a sonreír. Ya no vendía pañuelos. Era el día de la venta de paraguas. Su negocio prosperaba y se adecuaba a las circunstancias. Me arrepentí de no haberle comprado un paraguas cuando empezó a llover.


lunes, 8 de noviembre de 2021

La chica de la camiseta Desigual

Llevaba una semana sin ver a su mujer y a su hija. La cuarentena había sido dura. Quedó solo en el apartamento de Madrid. Rosana le había dejado la nevera llena de yogures. No podía quejarse. Su esposa sabía que se alimentaba de yogures naturales. Era la dieta de moda. Pero se preocupaba por su familia. La nena había echado su primer diente. Lloraba mucho. Una noche tuvo una pesadilla horrible. Aparecía su niña en la puerta gateando. ¿Dónde estaba Rosana? Corría a la ventana y la veía apoyada en su coche. Rosana abrazaba a un hombre. Lo había dejado.

Despertó sudando. La fiebre le hacía delirar. Cerró los ojos y seguía viendo a la chica de la camiseta Desigual. Era supersticioso. Llamó a su abogado para pedir cita. Tenía que adelantarse a la jugada de Rosana. No había durado con ninguna mujer más de dos años.


domingo, 31 de octubre de 2021

El ladrón de la pajarita roja

Me gustaron sus manos: pequeñas, suaves, delicadas. Yo siempre me fijo en las manos de los hombres. Sé si el hombre es cuestión es conductor, administrativo, albañil, carpintero... Lucas me pareció lo que acabó demostrando que era: un ladrón.

Por eso no me extrañó que faltaran las joyas de la abuela. Mi prima Lola, en cambio, no podía creer que se había enamorado de un ladrón de joyas. Leía el periódico la noticia sorprendida. Lucas era el ladrón de la pajarita roja que estaba buscando la policía desde hacía dos años. 
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viernes, 22 de octubre de 2021

Los libros de actas

Sólo tenía que echarle el guante a unos libros de actas. Fue lo que le dijo Ramiro, el vigilante despedido injustamente. Elena lo iba a hacer por amor. Entraría en el despacho del secretario, cerraría la puerta y se pondría a limpiar. Era lo que hacía todas las tardes, una vez que el secretario marchaba para su casa. Sabía donde estaban los libros. Elena siempre había curioseado la estancia. Le gustaba tener en sus manos las fotografías de la familia del secretario: un marco con la foto de una mujer extremadamente delgada y otro marco con dos niños (niña y niño) sonrientes. El secretario tenía otra fotografía suya enmarcada y colgada en la pared lateral. Se le veía demasiado joven.

Ramiro la esperaba en el Bar Espléndido. Leía La Voz de Galicia. Levantó la mirada y le sonrió. Sabía que llevaba los libros. Elena se los entregó. No le dijo que la acababan de despedir.
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lunes, 11 de octubre de 2021

Concetada con la Central de Escuchas

Escuchar vidas ajenas era lo suyo. Lo mejor era que podía hacerlo desde la cama. Se dió la vuelta, alcanzó el móvil que había dejado sobre la mesilla de noche y lo encendió. Tenía que conectarse con la central de escuchas.

A los dos minutos sonó un pitido. Todo perfecto. El programa informático le pasó una conversación entre dos adolescentes chico y chico. Hablaban de drogas. Uno quería que el otro vendiera chocolate. El otro joven terminó aceptando. Ya tenía trabajo.

Alicia anotó los números de teléfono. Hacienda cobraría una buena multa.

Yolanda Smith
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domingo, 3 de octubre de 2021

La carta del nieto

Su nieto contestó su carta con una misiva llena de gratitud. Le agradecía haberlo cuidado todos los veranos mientras su madre trabajaba. Ella y el abuelo habían sido dos referentes para él y sus dos hermanos. Los querían.

La abuela dobló el papel, lo guardó en el sobre y metió el sobre entre las páginas de la Biblia. Aquella carta del nieto merecía ser recordada, ser vuelta a leer. Pero no le dijo nada al abuelo. Su marido no podía enterarse de que había regañado al nieto pequeño por consumir cannabis.

Yolanda Smith


viernes, 3 de septiembre de 2021

Desaparición en el cuarto de baño

​Su novio había desaparecido en el cuarto de baño. Entró y no volvió a salir por la puerta. Se sintió apenada. Casi hubiera preferido un novio que te deja cuando va a por tabaco. Que te dejen cuando van al baño no resulta glamuroso. Elsa se sintió avergonzada cuando tuvo que explicarle a la casera que no le pagaría el alquiler. La mujer se mostró compresiva. Podía quedarse gratis hasta el final del mes. Menos daba una piedra, pensó Elsa. Empezó a creer en los milagros. Por eso dejaba la ventana del cuarto de baño abierta.
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sábado, 17 de julio de 2021

El nuevo compañero

Teníamos que hablar del nuevo compañero. Yo no quería malos rollos en el trabajo. Siempre fui muy profesional. Una cosa es el trabajo y otra cosa son los sentimientos. Mi marido se negaba a hablar de Julio. Comprendí el motivo cuando los encontré besándose en su despacho.
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jueves, 15 de julio de 2021

El Príncipe del Andamio

Grité con más fuerza ¡Viva la cerveza! En la barra sonrieron. Uno de los obreros me tiró un beso con la mano. Era el más joven. Me sentí poderosa. Dejó su botellín de cerveza y vino hacia mí. ¡Había ligado de verdad! Cerré los ojos. Quería ser su Bella Durmiente.

Esperé el beso. Y esperé. Y esperé. El Príncipe del Andamio estaba a mis pies sin atreverse a besarme. Abrí los ojos  y lo vi jugando en la máquina tragaperras.

Yolanda Smith
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sábado, 19 de junio de 2021

La hija de Isabel

 Estaba en un mundo que no conocía. Habían cruzado la puerta de las viejas murallas de La Coruña y habían entrado en algo similar a la Edad Media. Creyó reconocer a Don Quijote a lomos de un flaco caballo. Un señor bajito subido a un burro iba detrás del enamorado de Dulcinea. Era Sancho Panza fijo. Su madre se acercó para pedirle un autógrafo. Sancho le dijo que no con la mano. Un maleducado. Papá estaba hablando con Isabel de Castilla. ¿Qué hacía la Reina Católica en Galicia? ¿Estaría de vacaciones?... Una mano masculina tocó su hombro. ¡Allí estaba el Rey Católico! ¡Don Fernando! exclamó.

 Entonces escuchó llorar. ¿Por qué lloraba mamá? ¿Sancho Panza seguía sin firmar el autógrafo? Se acercó al señor gordito y  lo sacudió con fuerza. Mamá gritó. Todos gritaban. Papá dejó sóla a la Reina Católica y echó a correr hacia ella.

 -¡Estás loca!
 -No, papá. La loca es Juana, la hija de Isabel.

Yolanda Smith
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viernes, 18 de junio de 2021

El amante de Susana

Me lo presentó en la primera verbena tras la pandemia. Era el concejal de fiestas, un hombre calvo con acento andaluz y traje de sastre a medida. Mi amiga Susana parecía que había acertado con su nuevo amante.

-Tengo dedicación exclusiva -me dijo el señor.
-Me alegro por usted.
-Tutéame, por favor.

Se me hacía difícil tutearlo. Un concejal es un político que pertenece a la casta política. Mi amiga me pidió que bailara con su novio.

-No sé bailar pasodobles -me excusé.
-¡Yo tampoco! -se rio el señor calvo-. ¿Me permites?

Me llevó al centro de la pista de baile. Allí empezó un baile que me hizo subir los colores a mi cara perfectamente maquillada. No se podía hacer más el ridículo.

Yolanda Smith
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domingo, 23 de mayo de 2021

El Punto Nemo

Cuando me dijo que era del Punto Nemo pensé que me vacilaba. No recordaba el nombre de ese país. ¡Y los había estudiado todos! En la clase de Geografía e Historia del Profesor Gordo teníamos que señalar en el mapamundi los países, sus capitales, sus cordilleras, los mares que los rodeaban, los ríos más grandes... No, el Punto Nemo yo nunca lo había señalado en el mapa. Pero aquel hombre, tan gordo como el Profesor Gordo, insistía. Era del Punto Nemo, y había tenido que huir porque le caían encima los cohetes que enviaban al espacio los rusos. Pobre loco, pensé. Le di su plato de lentejas con un bocadillo de queso extremeño. Ser voluntaria en el comedor de Cáritas era más entretenido de lo que pensaba antes de iniciar mi voluntariado.
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lunes, 17 de mayo de 2021

Mi mujer es ninfómana

Lo esperaba vestida con el camisón que había estrenado en su noche de bodas. Gerardo se horrorizó. Aquella tela blanca con encajes y puntillas lo amenazaba con una noche despierta. Quería dormir. Necesitaba olvidarse de que se había casado con una mujer.

Lola lo abrazó. Dejó que su lengua jugara con sus labios cerrados. Gerardo permaneció inmóvil.

-Así me gusta, amor. Eres mi chico-estatua.
-Para.
-¿Quieres ser una estatua parlante?

Lola se reía, tiraba de su corbata, deshacía el nudo, iba a por su camisa con dedos expertos. Gerardo cerraba los ojos y veía la cara de su novio secreto, de su Antonio. Un buen chaval que siempre le pedía que saliera del armario. ¿Cómo le tenía que decir que estaba casado con una ninfómana?

Yolanda Smith
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domingo, 9 de mayo de 2021

Pancho: El hombre que bebía té con limón Nestea

Bebía Té con limón Nestea. Lo supe cuando vi el líquido color café con leche que tenía en un vaso alto. Me gustó que fuera distinto a otros hombres. El té con limón Nestea es bajo en calorías. Pancho empezaba a cuidarse cuando lo conocí. En nuestra primera cita me contó que se había apuntado a un gimnasio.

-Es barato. Sólo me cobran 20 euros al mes.
-¿Te queda cerca de casa? -le pregunté.
-Cerquísima. Está en el bajo de mi edificio.

Fui a verlo un día haciendo gimnasia. Me dió pena. Pancho era el más lento en la bicicleta estática. Cuando me vio, sonrió como disculpándose. Le pedí que viniera a la zona de pesas. Era donde estaban los tíos buenos. No quiso venir.
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miércoles, 21 de abril de 2021

Fotos de papel

La había conocido en una playa nudista. Era una chica del montón entre gente del montón. Sólo llamaba la atención porque leía los libros al revés. Todas las tardes llegaba, se desnudaba, se sentaba en una hamaca y abría un libro con el texto al revés. Pasaba así horas.

Un día le dijo que tenía el libro del revés. La joven lo miró asombrada. Empezaron a hablar. Lucía, así se llamaba la chica, estaba pasando una depresión a causa de un abandono. Su pareja, cubano y médico de profesión, la había dejado. Era lo que suponía ella al no tener noticias suyas desde que se fue a Gran Canaria a trabajar en un hospital. Luis fue su pañuelo de lágrimas. Después fue su amante.

Todo acabó entre ellos cuando descubrió que Lucía le era infiel con un compañero de clase. Un amigo suyo, detective, la siguió. Le contó a Luis todos los pormenores de una relación entre lo romántico y lo ridículo. Luis se enfureció. Se había acostado con aquel tal Juan en las mismas sábanas de color lila. Le costó asimilarlo.

-¡Me pones los cuernos! -chillaba Lucía cuando lo había descubierto besando a otra mujer en la misma playa nudista donde se habían conocido.
-Tú también -le dijo Luis, y sacó de un sobre un puñado de fotografías. Lucía palideció. Reconoció al joven compañero de su clase de la Facultad de Ciencias Económicas.

Se marchaba cuando Luis le tendió el segundo sobre. Lucía sacó foto a foto. Eran fotos de sus hermanas con sus respectivos amantes. Le imploró a Luis que no dijera nada.

-No me pidas dinero por dejarte.
-De acuerdo.

Lucía salió del piso que había compartido con Luis con las manos vacías. Había hecho un mal negocio. Su compañero de clase no tenía dinero. Lucía acababa de perder a su amante rico.
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miércoles, 14 de abril de 2021

El boxeador templario

Quedaron a dos kilómetros de Cantalejo, delante de la ermita románica de la Virgen del Pinar. Curro se presentó disfrazado de caballero templario. Antonia iba vestida con un largo vestido de color amarillo. Siempre había pensado que el amarillo era un color que le daba buena suerte.

-Somos dos locos -le dijo.
-Te quiero -respondió Curro.
-Vas muy rápido.
-Tal vez.

Unos turistas alemanes los interrumpieron. Querían saber si había una fiesta de disfraces.

-¿Es carnaval? -preguntó la señora alemana.
-Falta un mes para el carnaval -la informó Carmen.

El marido de la curiosa alemana empezó a sacarles fotos. Curro se sintió violento. Hubiera querido pegarle un puñetazo, pero se contuvo. Carmen todavía no podía saber de su afición por el boxeo. Le había dicho en el chat que odiaba los deportes violentos.

Yolanda Smith
Escritora Anónima

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viernes, 9 de abril de 2021

El profesor de filosofía y Paloma

¿Cómo se supera el fin de una relación amorosa? le preguntó una alumna. El profesor de filosofía se puso rojo. Recordó sus tardes con Paloma, sus preguntas sobre Sócrates, sus enfados cuando sentía los textos de Platón machistas, sus risas. Paloma era una adolescente muy madura para su edad. Había tomado bien el fin de su relación. Por eso quería que le explicara a toda la clase cómo había superado que ella, Paloma, lo hubiera dejado por el adolescente rubio que le ponía la mano en la parte alta de su muslo.

Yolanda Smith
Escritora Anónima



La guitarra de Eduardo

Eduardo llegó a la hospedería con su guitarra infantil. Era un músico atípico. Lo era por necesidad. Eduardo no tenía trabajo y sólo podía permitirse dar rienda suelta a su amor por la música con los instrumentos musicales que le había regalado su madre durante su infancia.

Doña Carmen lo recibió como a un hijo. Era una fan de los artistas desconocidos. Por su hospedería pasaban las figuras más señeras del Arte Oculto.

-Soy una mecenas -le dijo a Eduardo.
-Justo lo que necesito. ¿Cuánto dinero me pagaría?

La mujer lo miró espantada. Eduardo comprendió que una mecenas no entrega el dinero tan fácilmente. Le sonrió y piropeó su vestido de flores.

-¿Te gusta? Lo hice con una tela de un mantón de manila de mi abuela.
-Es un bonito reciclaje.
-Estoy reciclando las viejas telas. No quiero contaminar el Planeta.
-Yo tampoco. Mi guitarra es la guitarra que tuve de niño.

La dueña de la hospedería le presentó a un escultor de figuras de barro salado, a un pintor con pintura de dedos y a una joven que hacía prácticas de estatua humana en el jardín. Se llamaba María.

-Tienes que verla hacer de Virgen en la Capilla de Peregrinos. No se inmuta cuando mis amigas le pasan el pañuelo por la cara.

Eduardo empezó a sentirse incómodo. Iba a ser el cuarto bufón de doña Carmen y sus millonarias amigas, pero, pensó en el viejo piso en el que su madre vivía con su padrastro, un hombre dado a la bebida y a los malos tratos, y decidió quedar a vivir en la hospedería de doña Carmen.

Yolanda Smith
Escritora Anónima



martes, 23 de marzo de 2021

El lienzo de Velázquez robado en el Museo del Prado

Vaciaron el piso de papá y mamá en cuatro horas. Nos parecía mentira. Sara corrió escaleras arriba, justo a tiempo para abrazarse al armario de mamá. ¿Quiere quedárselo?, le preguntó el señor. Mi hermana negó con la cabeza. El hombre puso sobre su brazo su mano curtida en el trabajo duro. Era un empresario sensible con las penas de sus clientes. Por eso le dimos propina.

Lo que no imaginábamos era que mamá también le había dado propina. Lo supimos cuando leímos la noticia en el periódico: Encuentra el lienzo de Velázquez robado en el Museo del Prado en el doble fondo del cajón de un armario.

Yolanda Smith

domingo, 7 de marzo de 2021

Obstáculos para ser feliz

 La psicóloga me estaba saliendo cara. Sus consultas en la terraza de un bar empezaban con un gin tonic y acababan en una borrachera. Nos emborrachábamos juntas. Ella me enumeraba mis motivos para no ser feliz: una madre tóxica, mi soberbia, mi ego, mi envidia, mi culpa, mi pereza, mi intolerancia a la frustración... Sabía convencerme sobre la necesidad de sus sesiones de psicología de cafetería. Me estaba salvando la vida. Lo hizo hasta el día que no apareció en la cafetería. Me envió un WhatsApp: tu verdadero motivo para no ser feliz es tu egoísmo. Comprendí que estaba enfadada. No había tomado bien mi negativa a hacerle una donación para su ONG Locos Bajitos.
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sábado, 20 de febrero de 2021

Sacerdotes que meten miedo

 ¿Estás preparado?. Don Alfredo abrió los ojos y vio a un sacerdote. ¿Dónde estaba? se preguntó. Un olor a medicina asaltó su nariz metida en un respirador ruidoso.

 El sacerdote, de cara joven y manos de señorito, insistía con su pregunta. Don Alfredo se acordó de otro cura, aquel párroco de su aldea que le daba la extrema unción a los enfermos moribundos. Durante la Guerra Civil le dio la despedida a muchos fusilados en el paredón del cementerio.

 -¡Vete! -le gritó, y saltó de una cama llena de tubos.
 -¡Satanás! -chilló el cura, cayendo de rodillas.

 Entró una enfermera enfundada en un traje anticoronavirus.

 -Pónganse las mascarillas, por favor -les dijo.

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Yolanda Smith
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TOMA UN BUEN CAFÉ
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