martes, 26 de enero de 2016

Un clavo quita otro

Subir de nuevo a la habitación no me apetecía, pero tampoco se lo dije, como no le había dicho nunca que fuera mi amor soñado durante mis noches adolescentes. Paco pensaba que era cierto lo que decían las vecinas que me ponían a parir en el bar mientras fumaban, hasta que las colonias baratas que se echaban dejaban de oler.

Quedé quieta en la puerta de la habitación. Paco seguía haciendo las maletas. Bueno, pensé, si quiere volver, volverá y, si no quiere volver, yo acabaría olvidándolo con otro. ¿No dicen que un clavo quita otro?...

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domingo, 24 de enero de 2016

Robo a mano armada

 Su abrazo era tan fuerte como las rocas del acantilado. Tenía miedo. El desierto siempre la había puesto de los nervios. Se miraron y callaron. La noche empezaba a caer. ¿Dormirían juntos? Ana lo deseaba. Quedaban sólo cinco días para su ingreso en prisión.

 -Tranquila -susurró él a su oído, como si hubiera leído sus pensamientos-. Los niños están a salvo con mi madre.

 Ana asintió. Sus cuatro hijos adoraban a su abuela paterna. Sería ella la que les dijera que una sentencia del Tribunal Supremo había condenado a sus padres por robo a mano armada en el banco que les había quitado el piso.


martes, 19 de enero de 2016

Mis tesoros de Rusia

Subir de nuevo a la habitación no me apetecía. Aparqué mi cuerpo cansado en un sofá del salón y dejé que mi perfume invadiera los rincones donde escondía los tesoros que había traído de Rusia. Me sentí feliz. Recordé como había abierto la caja secreta y habían caído las joyas de oro en mis manos sedientas de tesoros. Recordé, también, como me había probado los pendientes a juego con los diamantes robados a un jeque. Mamá podía sentirse orgullosa de mí. Su hija era la arqueóloga más rica de América.

Mujer Precio

Subir de nuevo a la habitación me daba dolor de cabeza. Seguía en la cama, pensando que lo quería. No sabía que lo único que yo quería eran sus millones entrando en mi cuenta corriente. Lo mío era amor a esos números que vuelven loco al cajero automático cuando lee la libreta. Siempre fui una Mujer Precio. Me gustan las joyas, los euros, los dólares, los yenes, las mansiones. 

Entro en la habitación y lo encuentro llorando. ¿Habrá descubierto que no lo quiero a él?...Me ve y me señala el televisor a la vez que me entrega un boleto de la primitiva.

sábado, 2 de enero de 2016

Las tres payasas


Las tres amigas salieron de la habitación 303 del Hotel Las Vegas dejando la luz encendida. Llevan todavía las caras maquilladas con pintura de circo. Una vez fuera, guardan los trajes del espectáculo privado en tres bolsas de tela iguales. Se besan y se despiden antes de marchar por distintos pasillos de la planta tercera. La sirena de los bomberos anuncia un incendio cerca cuando la más mayor de las tres tira una cerilla encendida en la maceta de los geranios de la entrada. Con un poco de suerte, no tendrán que volver a trabajar para el hombre que quiere un trío de payasas en su cama todas las noches.

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Un padre que daba miedo

Los niños se escondían en su habitación cuando escuchaban los pasos de su padre en las escaleras de madera del edificio. Venía siempre borracho y solía traer una mancha de carmín en la mejilla derecha. Su padre nunca les pegaba a ellos ni a su madre, pero corría con una escoba detrás de la mascota de la casa, un perro pequeño y asustadizo.Su madre gritaba. Los gritos acababan cuando se cerraba la puerta otra vez y el perro corría escaleras abajo con papá, ya sin la escoba en la mano. Entonces, los niños salían de su habitación y corrían hacia el balcón. Desde allí miraban como papá corría con el perro igual que el vecino del quinto derecha, un hombre joven que siempre corría vestido con chándal.

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