martes, 24 de diciembre de 2019

El papá de Luisito

​ Había pedido a los Reyes que le devolvieran a su papá cuando mamá le dijo que su nuevo papá sería el vecino, el papá de Luisito. Prefería al otro papá, al que le traía por la noche una chocolatina y al que mamá reñía porque no traía dinero.

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sábado, 21 de diciembre de 2019

La oveja negra

​La oveja negra da miedo. El niño, pequeño en estatura y en edad, la señala con el dedo acusador y se agarra al pantalón del abuelo. El abuelo le explica que es negra, pero también es bonita y oveja, igual que las otras ovejas lanudas que forman el rebaño. El niño se suelta y corre para la casa. Se esconde en la habitación de la abuela, al lado de  la cómoda y está calladito para que no lo encuentren.

Las ovejas blancas también intentan esconderse. Unas corren hacia la finca cerrada, pero no son capaces de dejar atrás a su compañera negra, una gran corredora sobre sus patas de color triste. Así pasan el día. Así se cansan. Una semana de carreras y peleas en la cuadra termina con la paz que trae el cansancio.

El niño se asoma a la ventana de la habitación de la abuela y ve como las ovejas blancas rodean a la oveja negra y no le hacen mucho caso. No debe ser tan mala. Se arma de valor y sale al campo. El abuelo lo mira sonriente. El niño va andando hacia la oveja negra y la acaricia.

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sábado, 5 de octubre de 2019

Sin trabajo

Tampoco hoy encontré trabajo, cosa que no importaría mucho si no estuviera mi padre esperándome en la habitación que tenemos alquilada. Mi viejo cree en mí. Eso me da fuerzas para seguir entregando este currículum vitae que he vuelto a fotocopiar trescientas veces más con las últimas monedas que me quedaban en la cartera. Aparto la última fotocopia. La guardo en el bolsillo. Será lo que utilice como pañuelo cuando me siente a llorar un poco. Lo necesito.

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lunes, 19 de agosto de 2019

Barrendero con suerte

​ La situación era grave, pensó. Cualquier día cerraban la fábrica y se veía en la calle con dos años de paro. Pasarían los meses, un año, vendría el segundo año y quedaría sin ingresos. Sus hijos no tendrían paga semanal. Los imaginó tristes sin chuches y el corazón le dio un vuelco. Imaginó a su mujer también triste. Dejaría de maquillarse, se vestiría con ropa de fondo de armario pasada de moda y empezaría a odiarlo. él también se odiaría a sí mismo. Un drama.

 Sin pensarlo dos veces marcó el número de teléfono del anuncio. Regresó a casa contento: el lunes empezaba a trabajar de barrendero. Había tenido mucha suerte.

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lunes, 22 de julio de 2019

El Rey del Cardo

​El padre de la Patria gritó por la ventana de su alcoba. Una mujer replicó conotro grito. Era la opositora, la presunta Madre de la Patria, madre a su vez de 21 personas que trabajaban en la venta de cocaína al menudeo.

 Padre y Madre se odiaban. La Patria sufría. Tal era el sufrimiento de la Patria que en sus campos dejaron de crecer las plantas más rentables. Un día nacieron cardos.

 El Padre de la Patria gritó por la ventana de su alcoba. La Madre de la Patria no aceptaba que aquel hombre se autoproclamara Rey del Cardo.

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martes, 16 de julio de 2019

Un extranjero en su país

​ Era un turista extranjero en un país que fue el suyo. Le gustaba sentirse perdido entre aquellos árboles que tanto recordaban a los de su infancia en una zona de difícil acceso del Pirineo de su Aragón natal. Siguió andando. Casi se sorprendía que su móvil fuera tan inteligente como para mantener la cobertura. Esta comunicación con el mundo le llevó la noticia de la búsqueda de un anciano inglés desaparecido en el Pirineo Aragonés. 

 Su familia aún lo quería. Tendría que decirles que estaba muy vivo, pero todavía no lo haría. Quería vengarse porque nunca se habían preocupado por su suerte. Tardaría una semana más en llamar a su hermana pequeña para comunicarle que tendría que esperar todavía más para saber el contenido de su testamento.

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viernes, 21 de junio de 2019

Vodka

​ No recordaba nada. Abrió la cartera y la encontró vacía. Nos entregó la cartera. No podría ganar el concurso del Bar Eliseo. Estaba sin blanca para seguir pagando las copas de vodka que todavía le faltaban por beber para ser el mejor borracho de Malasaña. Tampoco le importaba. Podría pasar muy bien sin el viaje que llevaba el ganador. Volvió a concentrarse en su última copa a medio beber. No había duda: el vodka le interesaba más que cualquier viaje a Italia que ganara.

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martes, 18 de junio de 2019

Nos apenó que no le quedara ni un recuerdo para llenarlas

1

​Nos apenó que no le quedara ni un recuerdo para rellenarlas sumando sus vivencias a las nuestras. La señora Julia lo besó cuando marcharon con el libro del geriátrico. Por fin podía hacerlo. Don Matías había olvidado lo enamorado que estaba de su mujer, una señora en silla de ruedas más llorosa que la Magdalena.



2

Nos apenó que no le quedara ni un recuerdo para rellenarlas después de haber estudiado las fichas de Historia de los apuntes. Íbamos a tener que suspenderlo. Ya iba a retirarle las fichas del examen cuando vi como entraba por la ventana una paloma blanca. La paloma se posó sobre el hombro derecho de nuestro mejor alumno. Jesús de Nazaret empezó a escribir el misterio de la Santísima Trinidad.

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martes, 28 de mayo de 2019

Pesadillas

​ Ya tengo los pies fríos de tanto seguir a este hombre. ¿Por qué me habré enamorado? Lo veo cabalgar en silencio sobre Rocinante. Sancho lo sigue en su borrico. No hablan. Debe ser por el frío. Hemos pasado de la ancha Castilla a la fría Navarra. Después vendrá Francia. Creo que llegaremos a Suiza. Pero yo tengo los pies fríos, congelados. Creo que me voy a acatarrar. 

 -Despierta, hija.

 Mamá me sacude. Despierto. No soy Dulcinea. Sólo soy la tonta que ha vuelto a suspender Literatura.

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miércoles, 1 de mayo de 2019

Mi piso de Vallecas

​ Me queda un regusto amargo en la boca al hablar con el registrador de la propiedad, un hombre alto y barbudo que va enumerando todas las cargas de la vivienda con voz susurrante. Siempre hace lo mismo. Hoy le pregunté si el banco aceptaba la dación en pago y volvió a leer las cargas de mi piso de Vallecas.

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martes, 16 de abril de 2019

Rebeca y Lady Amelia

 Rebeca conoció en Londres a la hija de un reverendo anglicano. Lady Amelia (así se hacía llamar) le contó con todo lujo de detalles las torturas sufridas por su novio venezolano por orden del gobierno de Maduro.

 -¿Sobrevivió?

 -Sí, querida. Lo vi anoche en el chat. Pero estoy pensando en dejarlo.

 -¿Ya no lo quieres?

 -Me empiezo a interesar en un tal Philip, un chef que trabaja en Estados Unidos.


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Rebeca

Rebeca leyó las cintas de las coronas de flores. Habían pasado diez días y aún estaban las coronas ante la tumba subrayando la certeza de la muerte casi temprana del tío. La hermana, los sobrinos, una residencia, una familia amiga daban nombres a las flores marchitas en sus vidas efímeras. Sobre el conjunto floral volaba el recuerdo de una esquela en la que faltaba el nombre de la otra hermana, de la madre de Rebeca.

 Rebeca sacó del guante la mano derecha y pasó los dedos por la tumba de su madre. Colocó las flores en la jardinera.

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lunes, 15 de abril de 2019

El tío de Rebeca

El día del entierro del tío Pepe Rebeca estaba en un crucero por el Mediterráneo. Rebeca no pensaba nunca en la familia de su madre, pero, se acordó del tío Pepe contemplando la familia numerosa que tomaba el sol en la cubierta del barco. Los niños se peleaban, el padre estaba mirando sus tetas, la madre amamantaba al más pequeño de la prole. Rebeca se preguntó cuál de los niños sería el futuro tío soltero. El tío Pepe debió haber sido un niño rubio como el pilluelo de ojos azules que estaba metiendo una pajita en la cerveza de su padre.


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domingo, 31 de marzo de 2019

Gente ganadora

​ Se rodeó de gente ganadora. Su mejor amigo era el médico del pueblo. Su novia era la jueza del pueblo. Su casi suegro era el dueño de la empresa de autobuses. Su casi suegra era la dueña de la gasolinera. Sólo podían contrariarle buena suerte. Por eso no se sorprendió cuando le tocó el gordo de la Primitiva.

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sábado, 16 de marzo de 2019

Mañana de boda

​ What time did you get up? me preguntó. Mi ya marido me empezaba a controlar. Me hice la sueca y seguí, plumero en mano, limpiando la habitación. Llegué a su chaqueta y la cogí, mirando el contenido de sus bolsillos. I´m a bit hard up at the moment, dijo. Me dio pena. Mi nuevo marido estaba acomplejado por no ser rico. Lo abracé. Te quiero. No entendía. I love you. sonrió.

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lunes, 11 de marzo de 2019

El lobo de Caperucita

​ Caperucita me odia. Le parezco feo. Por eso nunca me ha dado un bocadillo de su cestita. Se los lleva a su abuelita porque la vieja la ha nombrado heredera universal en su testamento.

 Yo estoy enamorado de Caperucita. Por eso voy a ayudarla. Hoy como fijo a su abuelita. Espero que no me empache. Caperucita heredará la casa, los muebles y el dinero del banco. Será una niña rica, una pobre niña rica.

 Mañana saldré en los periódicos. No dirán la verdad. Sólo dirán que los ganaderos dicen que hay que matar a los lobos porque somos peligrosos.

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lunes, 18 de febrero de 2019

La monja y el albañil

​ No estaba solo: sor Elena había venido a su casa para quedarse. Empezó a rezar un padrenuestro. La monja se unió al rezo. Parecía otra sin hábito. Acabaron de rezar y se dieron un beso. No era pecado, creía.

 -¿Me quieres? -le preguntó.
 -Mucho.
 -¿Volverás al convento?
 -Nunca.

 Volvieron a besarse. Anselmo recordó su primer beso. Había sido delante de la Virgen de las Dolores de la capilla del convento. Anselmo era uno de los albañiles de la empresa que estaba arreglando la cubierta del templo. Sor Elena llevaba dos meses en el convento. Había venido de Caracas pobre y le había parecido una buena idea hacerse monja. Era una manera como otra de tener un techo.

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miércoles, 6 de febrero de 2019

Caperucita entre lobos

​ Tenía ante sí a Caperucita. La miró de cerca y casi grita al ver la merienda de chocolates en un cesto de mimbre.

 -¿Te has perdido? -le preguntó la niña.
 -Casi, pero tú sigue, que yo soy el lobo y como niñas.
 -¿Quieres un chocolate?
 -No, hija mía.
 -¿Y una galleta?
 -No es lo mío.
 -Llevo turrón de guindas.
 -Mejor no insistas.

 Caperucita se fue con su cestito. La siguió hasta la casa de la abuelita. Entonces vio a su amigo: un lobo abuelo que no comía niñas.

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jueves, 31 de enero de 2019

Los perros de la granja

Cuando se ausentaba de casa su madre los dejaba entrar en la cocina. Con sus bocas abiertas olían la olla donde se cocía el guiso de corazones tiernos. Abría la puerta del horno de la cocina de gas butano para que vieran el cordero dorándose a fuego lento y, cuando el horror se pintaba más intenso en sus caritas, les enseñaba la gallina que estaba preparada para cocinar en un plato cuya receta sólo sabía ella, la abuela. Después los echaba de la cocina. Marchaban llorando y prometían no volver a jugar con los animales de la granja. Siempre acababan muertos. Sólo se salvaban ellos: los perros de mamá.

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