miércoles, 21 de abril de 2021

Fotos de papel

La había conocido en una playa nudista. Era una chica del montón entre gente del montón. Sólo llamaba la atención porque leía los libros al revés. Todas las tardes llegaba, se desnudaba, se sentaba en una hamaca y abría un libro con el texto al revés. Pasaba así horas.

Un día le dijo que tenía el libro del revés. La joven lo miró asombrada. Empezaron a hablar. Lucía, así se llamaba la chica, estaba pasando una depresión a causa de un abandono. Su pareja, cubano y médico de profesión, la había dejado. Era lo que suponía ella al no tener noticias suyas desde que se fue a Gran Canaria a trabajar en un hospital. Luis fue su pañuelo de lágrimas. Después fue su amante.

Todo acabó entre ellos cuando descubrió que Lucía le era infiel con un compañero de clase. Un amigo suyo, detective, la siguió. Le contó a Luis todos los pormenores de una relación entre lo romántico y lo ridículo. Luis se enfureció. Se había acostado con aquel tal Juan en las mismas sábanas de color lila. Le costó asimilarlo.

-¡Me pones los cuernos! -chillaba Lucía cuando lo había descubierto besando a otra mujer en la misma playa nudista donde se habían conocido.
-Tú también -le dijo Luis, y sacó de un sobre un puñado de fotografías. Lucía palideció. Reconoció al joven compañero de su clase de la Facultad de Ciencias Económicas.

Se marchaba cuando Luis le tendió el segundo sobre. Lucía sacó foto a foto. Eran fotos de sus hermanas con sus respectivos amantes. Le imploró a Luis que no dijera nada.

-No me pidas dinero por dejarte.
-De acuerdo.

Lucía salió del piso que había compartido con Luis con las manos vacías. Había hecho un mal negocio. Su compañero de clase no tenía dinero. Lucía acababa de perder a su amante rico.
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miércoles, 14 de abril de 2021

El boxeador templario

Quedaron a dos kilómetros de Cantalejo, delante de la ermita románica de la Virgen del Pinar. Curro se presentó disfrazado de caballero templario. Antonia iba vestida con un largo vestido de color amarillo. Siempre había pensado que el amarillo era un color que le daba buena suerte.

-Somos dos locos -le dijo.
-Te quiero -respondió Curro.
-Vas muy rápido.
-Tal vez.

Unos turistas alemanes los interrumpieron. Querían saber si había una fiesta de disfraces.

-¿Es carnaval? -preguntó la señora alemana.
-Falta un mes para el carnaval -la informó Carmen.

El marido de la curiosa alemana empezó a sacarles fotos. Curro se sintió violento. Hubiera querido pegarle un puñetazo, pero se contuvo. Carmen todavía no podía saber de su afición por el boxeo. Le había dicho en el chat que odiaba los deportes violentos.

Yolanda Smith
Escritora Anónima

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viernes, 9 de abril de 2021

El profesor de filosofía y Paloma

¿Cómo se supera el fin de una relación amorosa? le preguntó una alumna. El profesor de filosofía se puso rojo. Recordó sus tardes con Paloma, sus preguntas sobre Sócrates, sus enfados cuando sentía los textos de Platón machistas, sus risas. Paloma era una adolescente muy madura para su edad. Había tomado bien el fin de su relación. Por eso quería que le explicara a toda la clase cómo había superado que ella, Paloma, lo hubiera dejado por el adolescente rubio que le ponía la mano en la parte alta de su muslo.

Yolanda Smith
Escritora Anónima



La guitarra de Eduardo

Eduardo llegó a la hospedería con su guitarra infantil. Era un músico atípico. Lo era por necesidad. Eduardo no tenía trabajo y sólo podía permitirse dar rienda suelta a su amor por la música con los instrumentos musicales que le había regalado su madre durante su infancia.

Doña Carmen lo recibió como a un hijo. Era una fan de los artistas desconocidos. Por su hospedería pasaban las figuras más señeras del Arte Oculto.

-Soy una mecenas -le dijo a Eduardo.
-Justo lo que necesito. ¿Cuánto dinero me pagaría?

La mujer lo miró espantada. Eduardo comprendió que una mecenas no entrega el dinero tan fácilmente. Le sonrió y piropeó su vestido de flores.

-¿Te gusta? Lo hice con una tela de un mantón de manila de mi abuela.
-Es un bonito reciclaje.
-Estoy reciclando las viejas telas. No quiero contaminar el Planeta.
-Yo tampoco. Mi guitarra es la guitarra que tuve de niño.

La dueña de la hospedería le presentó a un escultor de figuras de barro salado, a un pintor con pintura de dedos y a una joven que hacía prácticas de estatua humana en el jardín. Se llamaba María.

-Tienes que verla hacer de Virgen en la Capilla de Peregrinos. No se inmuta cuando mis amigas le pasan el pañuelo por la cara.

Eduardo empezó a sentirse incómodo. Iba a ser el cuarto bufón de doña Carmen y sus millonarias amigas, pero, pensó en el viejo piso en el que su madre vivía con su padrastro, un hombre dado a la bebida y a los malos tratos, y decidió quedar a vivir en la hospedería de doña Carmen.

Yolanda Smith
Escritora Anónima