Insultaba al perro y el perro parecía entender los insultos a juzgar por sus ladridos agresivos. Eran dos machos enfrentados por un amor: Alma, la mujer de la casa.
Alma se había ido de vacaciones sola. Necesitaba descansar, les dijo. Sacar al can a la calle la tenía cansada. Escuchar al hombre era agotador. En Benidorm no conocía a nadie. Podría relajarse rodeada de desconocidos.
-Si no vuelve es por tu culpa, cabrón.
Se abrió la puerta. Allí esta Alma.
-Vengo a recoger el perro -le dijo.
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Ver Tenerife desde sus plantaciones de plátanos es descubrir una isla muy distinta a la isla de fiestas y desenfreno que conocía yo. Fui con mi marido recorriendo las plantaciones porque mi chico quería hacer negocios de plátanos. diariodeunamissculta.blogspot.com |