Éramos los vaqueros del barrio. Jorge recordaba aquella etapa infantil nuestra siempre que nos veíamos por navidad. Se había quedado en el barrio de San Blas para cuidar a sus padres, los dos mayores y dependientes. Yo volvía para compartir la nochebuena con mi madre y su nuevo novio, siempre más joven que ella.
Pero aquel año su nuevo amor era el mismísimo Jorge. Me sentí defraudada. El niño que había jugado conmigo a los vaqueros se convertiría en mi nuevo padrastro.
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