martes, 21 de julio de 2020

Matatrimonio de empresarios

Su sueño estaba roto. Ponía punto final a su carrera de empresario bajando la persiana de su pequeño negocio por última vez. Sus números eran números de un perdedor.
 Su mujer, en cambio, triunfaba vendiendo joyas puerta a puerta. Cada día ganaba más. La vio cruzando la calle rodeada por un grupo de turistas rusos. Eladia movía las manos para explicar un parloteo que sus potenciales compradores no comprendían.​
 -Oro de cien quilates -decía, y le ponía una pulsera a una vieja gorda.​
 -¡Cómo pesa! -murmuraba la mujer.​
 -Mucho oro -explicaba Eladia.​
 Paco se sintió ridículo. Su esposa estaba vendiendo hierro pintado por oro. Peor se sintió cuando, en casa, le tuvo que explicar el fracaso de su tienda de muebles.​
 -No vendí ni una silla.​
 -¿Cómo ibas a vender si le decías a la gente que tus muebles no duraban más de siete años?​
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Yolanda Smith​
Escritora Anónima​


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