¿Estás preparado?. Don Alfredo abrió los ojos y vio a un sacerdote. ¿Dónde estaba? se preguntó. Un olor a medicina asaltó su nariz metida en un respirador ruidoso.
El sacerdote, de cara joven y manos de señorito, insistía con su pregunta. Don Alfredo se acordó de otro cura, aquel párroco de su aldea que le daba la extrema unción a los enfermos moribundos. Durante la Guerra Civil le dio la despedida a muchos fusilados en el paredón del cementerio.
-¡Vete! -le gritó, y saltó de una cama llena de tubos.
-¡Satanás! -chilló el cura, cayendo de rodillas.
Entró una enfermera enfundada en un traje anticoronavirus.
-Pónganse las mascarillas, por favor -les dijo.
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Yolanda Smith
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TOMA UN BUEN CAFÉ
DE UNA BUENA CAFETERA
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