sábado, 6 de febrero de 2021

Okupas en el Barrio de Salamanca

 Nuria había okupado con k un piso. Era un sexto con ascensor, con terraza y preciosas vistas sobre los tejados de los edificios vecinos. Se sentía afortunada. Lo recorría con sus dos hijos, un niño tan tímido como su ex marido y una niña que había heredado su carita pecosa. Sus dos tesoros. Los niños miraban los cuartos con la curiosidad infantil en sus rostros. Sabían que mamá no tenía dinero, pero mamá hacía milagros.

 Pasaron el verano decorando la vivienda. Nuria pintó el cuarto de la niña de color rosa. El cuarto del niño lo dejó pintado de azul. Arrastró hasta su nuevo hogar muebles recuperados de los contenedores. La ropa de las camas procedía de tiendas de segunda mano, igual que la ropa con la que la familia iba vestida. Eran prendas de marca abandonadas por madres de niños del barrio de Salamanca en un contenedor destinado a los pobres. Nuria era una experta buscadora de lo mejor de lo mejor en las tiendas que las asociaciones de filántropos brindaban a precios bajos y que incluso ponían en estanterías con cartelitos de gratis.

 Se sentía afortunada. Más afortunada se sintió cuando llegó a sus manos una demanda por okupación. En el papel ponía que el dueño del piso era su suegro. Hablaría con Jaime. Su ex estaría de su lado. Seguían siendo buenos amigos. Jaime nunca se llevó bien con el viejo capitalista que se había fugado con la secretaría cuando su hijo tenía sólo cinco años.
--------------------


No hay comentarios:

Publicar un comentario