lunes, 27 de noviembre de 2017

Ratas




Hacía años que nuestra modesta casa se había llenado de ratas. Unas eran gordas, otras más delgadas, había ratas hijas y ratas nueras, no faltaba la rata suegra con su cara de mal genio y la rata madre también se hacía presente por las noches, arrullando a las ratitas con sus mimos. Yo era feliz entre ratas. Me sentía esperanzada porque un día serían mi comida. Mi marido, en cambio, no soportaba su presencia. Se había ido a vivir a la terraza, el único sitio libre de ratas. En la puerta de la terraza escribió: no se admiten ratas. Siempre respeté el cartel, hasta el día que no pude soportar el olor que me llegaba de su terraza cerrada para los huéspedes ratoniles. Entré y encontré sus restos: mi marido había sido devorado por su soledad sin saber que yo sobrevivía devorando las ratas que paseaban por los pasillos de nuestra modesta casa, el hogar que habíamos inaugurado el día que quisimos apartarnos del mundo.


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domingo, 26 de noviembre de 2017

Problemas fuera

Para que no cambie nada rompe las cartas. Una es del banco que amenaza con un desahucio por impago de la hipoteca. Otra es de un abogado y no quiere saber lo que le dice. Problemas fuera. Enciende un pitillo y fuma. Fumando espera al hombre que más quiere: su marido. Hoy llegará tarde. Le dijo que iba a ver al director del banco para hacerlo entrar en razón.


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El resucitado

Debía resucitar de una vez por todas. Su viuda se iba a casar con un ladrón. Le pidió a Dios permiso para resucitar.


 -¿Me levanto y ando?

 -Estate quieto.

 -Mi viuda se casa con el director del banco.

 -Reza.

 -Te recuerdo que me suicidé por su culpa.

 -No te muevas.


 Enfadado, dejó de creer en Dios y resucitó. Muerto no podía luchar por la mujer que amaba.


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sábado, 25 de noviembre de 2017

Tenemos dinero

No  necesita más comida. Le dio el pure, una manzana asada y dejó el chupete a su alcance. Ahora se va a ver a la abuela y a decirle que mamá está en casa con su depresión y sus pastillas.


 Está cerrando la puerta cuando ve a mamá. Sube las escaleras descalza, de dos en dos. Corre a abrazarla. Mamá la levanta del suelo y le susurra al oído: tenemos dinero. Y le enseña un bolso que esconde debajo del abrigo. La niña reconoce el bolso de la abuela.


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domingo, 5 de noviembre de 2017

Historias de abandono


Cuando detectó que no la hacía feliz lo dejó. La víspera le había hablado de una compañera de trabajo, de la chica gordita madre soltera.  Estaba cansada de escuchar sus historias de trabajo. Pero no quería hacerle daño. Por eso se consolaba pensando en la chica gordita que lo consolaría y, tal vez, iría a su casa con la niña de dos años para ocupar la habitación de Lucas, el niño vietnamita adoptado que habían devuelto.


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