jueves, 1 de noviembre de 2018

Caramelos

​ Apoyaba a los que iban a por el dinero. Los otros eran tontos. Trabajaban como esclavos sin mirar las etiquetas que tenían los productos. Se fijó en una anciana que vendía caramelos. Sólo ganaba 1 céntimo por caramelo. Se la veía feliz. Sus ojos se iluminaban cuando veía un niño y una sonrisa llena de dientes de oro resplandecía entre arrugas cuando el pequeño compraba el caramelo.

 -¿Me vendes uno?
 -A ti no.
 -¿Por qué?
 -Porque eres el Presidente del Gobierno.

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