martes, 19 de enero de 2016

Mis tesoros de Rusia

Subir de nuevo a la habitación no me apetecía. Aparqué mi cuerpo cansado en un sofá del salón y dejé que mi perfume invadiera los rincones donde escondía los tesoros que había traído de Rusia. Me sentí feliz. Recordé como había abierto la caja secreta y habían caído las joyas de oro en mis manos sedientas de tesoros. Recordé, también, como me había probado los pendientes a juego con los diamantes robados a un jeque. Mamá podía sentirse orgullosa de mí. Su hija era la arqueóloga más rica de América.

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