Pan y sardinas. Ese era el menú. El gato iba a llevarse una alegría. El perro ladraría un poco, pero acabaría comiendo una sardinilla de lata. Ya lo veía relamiéndose, igual que su marido, aquel viejo que se había olvidado de ser joven.
-¡A comer! -gritó.
El gato y el perro llegaron a la cocina sin prisa. Su marido llegó con mayor lentitud.
-Voy a comer con mi hermana.
-Una sardina más para el gato.
-Llevo al perro.
-Una sardina más para mí.
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http://newyorkchic1.blogspot.com/
-¡A comer! -gritó.
El gato y el perro llegaron a la cocina sin prisa. Su marido llegó con mayor lentitud.
-Voy a comer con mi hermana.
-Una sardina más para el gato.
-Llevo al perro.
-Una sardina más para mí.
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