Había tenido un hijo con la secretaria, aquella joven que llegó procedente de una academia para niños de primaria. Se presentó como experta en el manejo de pizarras digitales, cosa que le llamó la atención. Don Esteban nunca había oído hablar anteriormente de esos artilugios. Flor lo convenció para que la contratara y para comprar una pizarra digital en Amazon.
Pronto se hicieron amigos. Su esposa decía que eran demasiado amigos, pero estaba acostumbrada a compartirlo con una secretaria demasiado amiga. Por eso nada decía cuando le comentaba que había ido al cine con la nueva secretaria o que la nueva secretaria lo acompañaría a la Feria de Jóvenes Emprendedores de Silleda.
Su mujer sabía que se sentía joven. Los años solo le pasaban por el DNI. Esteban era un hombre que se cuidaba: huía de los dulces, se negaba a consumir alimentos ultraprocesados y había dejado de fumar. Tampoco bebía. Su dieta era muy mediterránea. No se privaba de la buena merluza aderezada con un limón exprimido y se metía entre pecho y espalda un chuletón de carne vacuna de vez en cuando. Las proteínas eran importantes en la dieta de un hombre que hacía pesas en el gimnasio desde los 12 años.
La nueva secretaria le dijo que estaba embarazada un lluvioso día de San Valentín.
-Vamos a ser padres.
-¿Qué dices, Flor?
-Digo que tú y yo vamos a ser padres.
Se río incrédulo. Siempre ponía preservativo. Así se lo dijo. La nueva secretaria se rio de él y le dijo que se lo había pinchado con aquellas uñas de gata en celo que tenía.
Esteban se enfadó tanto que marchó del restaurante sin pagar la cuenta. Cuando se acordó del impago que había hecho, llamó al restaurante para decirles que al día siguiente pasaba a pagar.
-No hace falta, señor. Su acompañante pagó la cena.
La siguiente noticia que tuvo de ella fue una carta que contenía en su interior una fotografía de un recién nacido. "Es tu hijo", había escrito por detrás con bolígrafo azul.
Su hijo...
Esteban ya era padre de un niño de ocho años, demasiado inquieto y demasiado listo. No quería más hijos. Por eso maldijo el día en que le confesó a su hermana Carmen que era padre del hijo de aquella secretaria que había sido vendedora a domicilio de pantallas digitales. Carmen no lo dejó en paz hasta que acabó reconociendo al pequeño.
Ahora se lo contaba todo al notario. Estaba haciendo testamento y no quería que el hijo que tuviera con la vendedora de pizarras digitales, que fue su secretaria durante dos años, heredara nada.
-No lo puede desheredar -le decía el notario.
-Haga lo que le dijo: ponga que solo tengo un hijo. El hijo que tuve con mi esposa es mi heredero.
------------------------
PIZARRAS DIGITALES fáciles de usar para ALUMNOS de la generación Z: https://amzn.to/4lO0HdO
No hay comentarios:
Publicar un comentario