martes, 24 de diciembre de 2024

La chica del vestido morado

Se vistió de morado el día que vino a España a mirar si le gustaba el país. Marchó vistiendo el mismo vestido morado y pensando que España era un país demasiado burocratizado.

Volvió a vestirse de morado cuando llegó a su casa en La Habana. Su marido, por videoconferencia desde Miami, le preguntó si el vestido era un trapito comprado en las rebajas. Le dijo que así era: había comprado muy bien de precio aquella prenda que tanto la favorecía.

Guardó el vestido y no lo volvió a poner hasta el día en que fueron para España los cuatro, ellos dos y sus dos hijos, niña y niño. Su marido, feliz por regresar a su Galicia natal, le susurró al oído: "eres la chica del vestido morado".

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viernes, 25 de octubre de 2024

Así logró Ana un puesto de trabajo como vendedora en Zara

Ana, una joven con determinación y pasión por la moda, estaba lista para dar un gran paso en su carrera. El día de su entrevista en Zara, decidió llevar un vestido de otoño corto, con manga francesa y cuello camisero subido, que le llegaba justo por encima de la rodilla. Su tela estampada en un elegante color cremita apagada le daba un toque sofisticado y moderno, perfecto para la ocasión.

Cuando Ana entró en la sala de entrevistas, los entrevistadores quedaron impresionados. No solo por su porte y elegancia, sino también por cómo su elección de vestuario reflejaba su conocimiento de la moda y las tendencias de la temporada. Durante la entrevista, Ana habló con pasión sobre su experiencia y su amor por la industria, pero fue su estilo impecable el que realmente capturó la atención del equipo de Zara.

Al final del día, Ana recibió la noticia que había esperado: ¡había conseguido el trabajo! Su vestido no solo la hizo sentir segura y empoderada, sino que también demostró que estaba alineada con los valores de la marca.

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jueves, 13 de junio de 2024

Los cleptómanos de la librería

Para qué demonios quieres saber que se llaman cleptómanos, me preguntó con una mirada inquisitiva. La curiosidad me había llevado a esa librería antigua, donde los libros parecían susurrar secretos olvidados. El anciano librero, con ojos que habían visto el paso de incontables primaveras, sonrió con sabiduría. "Porque en sus páginas", dijo, "encontrarás historias de aquellos que roban más que objetos: roban momentos, experiencias, recuerdos. Cada libro aquí es un tesoro de vidas ajenas, esperando ser descubierto". Y así, con un libro bajo el brazo, salí de la tienda, listo para desentrañar sus misterios.
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domingo, 10 de marzo de 2024

La tía Flavia

La tía Flavia era una italiana que nos había traído el tío Pepe de uno de sus viajes al Vaticano. Enseguida cayó bien en la familia. Su conversación era amena y ocurrente. Siempre nos hacía reír.

De sus muchas anécdotas, la que más nos gustaba era cuando Flavia hablaba con todo lujo de detalles de su encuentro con Salman Rushdie en la Gran Vía de Madrid.
-Pensó que era musulmana porque llevaba la cabeza tapada con una gran bufanda. Enseguida le dije que era por la pandemia. Entonces me invitó a tomar un café.
-¿Y fuiste a tomar el café, tía? -le preguntaba mi prima pequeña.
-¡Por supuesto! Salman es un gran escritor.

Flavia leía mucho. Pero no leía novelas. Me llamó la atención de que siempre leyera libros de Historia del Arte. Empecé a entender su afición por el arte cuando Flavia dejó a nuestro tío Pepe: le había pintado las paredes de su casa con unos trazos que recordaban las últimas pinturas de Picasso. El tío nunca quiso borrar aquella despedida artística.

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