La psicóloga calmaba a la vecina que se había asomado cuando el coche del vecino del quinto se empotró contra el autobús escolar. La mujer lloraba y miraba al policía que acordonaba la zona para que los curiosos no se acercaran demasiado a la escena del accidente. Pensó que era igualito a su primer novio, aquel adolescente que le robó el primer beso en el portal del viejo edificio donde vivía con sus padres cuando tenía quince años.
-Ahora sigo -le dijo a la psicóloga.
-¿Cómo dice?
-Que ahora sigo llorando. Usted espere. Tengo que preguntarle a este buen mozo si es hijo de mi Heriberto.
La vecina que había presenciado como cuatro niños habían sido arrollados por el vecino del quinto se acercó al policía y le preguntó por su padre.
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